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domingo, 20 de julio de 2014

11-

Raramente tengo ocasiones en las que creo perderme en la inmensidad de esta isla deshabitada. Estoy sola. Pero últimamente sólo me encuentro así. Las murallas que protegen mi castillo construidas con mis propias manos ensangrentada, ya yacen en el fondo del barranco. Desprotegida. Tal y como me siento ahora. Indefensa.
Justo en ese momento, me rendí. Ya no había nada qué hacer. No conmigo. Estaba todo perdido.  Ninguna puerta de escape. Ninguna salida. Estaba cansada de deambular por los caminos y pensar. Rallarme. Machacarme. De decirme que ya nada vale. Ningún esfuerzo hecho. No necesito eso. De verdad que no. 
Diría que sería un día como cualquier otro, pero algo hizo que cambiara ese raciocinio. Ella. 

Al principio no sabía qué hacer, si acercarme a ella y dejarme inundar por esa alegría y paz que desprendía o huir. Algo me decía que no me fuera, que me quedara. Y eso hice. Me acerqué y desde entonces anhelo su aliento en mi cuello, sus besos, su olor y su risa. El cosquilleo que me recorre cada vez que me rozan sus dedos. Su cara y el perderme en la profundidad de sus ojos. Unas solas horas con ella, y es capaz de transmitirme su vitalidad y hacerme olvidar. Sobretodo el tiempo en ésta isla. Aunque a veces pienso que no sabe lo que su presencia representa. La que tanto echo de menos.

Ahora, vuelvo a encontrarme sola. Y desde entonces, sólo sueño y pienso con el día de volver a encontrarme con ella. Abrazarla. Mirarla a los ojos. Y besarla. Besarla mucho. Como si no hubiera mañana. 

Deseo verla pronto. 

jueves, 5 de junio de 2014

10-

El brillo de sus ojos al mirarme y sonreír, es algo indescriptible. Ella, con su todo, es sencillamente genial. "Me encanta" comenzó a formar parte de 'nuestra palabra'. 

No hay nada mejor que sus abrazos cuando no es un buen día, que me sonría y me diga que todo irá bien. Pero sobre todo, que lo note hasta cuando no está conmigo. Que me visite y me de los 'buenos días' por las mañana sólo como ella sabe. Esa sonrisa tan suya a mitad de los besos que tanto me incita y me provoca a morder. Sus manos, sus masajes y sus caricias. Nunca dejaría de insistir en sus caricias. Vaivenes de sentimientos y sensaciones sólo con el roce de las yemas de sus dedos. Sus besos por el cuello, sus mordiscos, sus juegos tontos y hasta cuando intenta hacerme rabiar a cosquillas. Y las odio, pero sus carcajadas son inigualables. Sus pequeños detalles y que me entienda sin apenas usar palabras. Su forma de hablar, de mirarme, de expresarse y de rodearme por la espalda. Su cuerpo, cada milímetro de su piel, su vello y sus curvas. Ay sus curvas. En ellas creo tener accidentes cuando me precipito. El contoneo de su cuerpo, sus bailes y su vitalidad. Su juego, su pelo, su respiración exhausta y la forma similar a las montañas cuando su culo en pompa está al acabar encima de mi. 

Me encantan demasiadas cosas de ella que podría estar escribiéndole horas. Pero creo resumirlo en: 
"Me encanta que le encante, y encantarle". 

9-

Más de mil veces me escribo y me digo que cambiaré, que miraré por mi y que tendré como única meta ser feliz. 
Pero todo sigue igual, nada ha cambiado. Aunque sé que debería. 
Esto no es vida.
Sé que atrás quedarán personas, momentos, instantes y recuerdos. Aunque si es así, será porque nunca me pertenecieron. Porque nunca fueron míos. En ocasiones, creo creer que las situaciones me superan. Otras, maldigo el asco que me produce el recordar otras tantas. O eso me digo por querer cambiar aquello y odiarte. Tanto tiempo sin escribir y me cuesta expresar todo lo que pienso. Sé que no lo hago tan bien, pero se necesita. Escribirte, escribirme y recapacitar. Ver las situaciones desde otros puntos de vista. 

Empiezo a hartarme de caminar por el borde del abismo. De estar de bajón y de desear que todo acabe. Desear que acabe conmigo y dejar de sufrir. 
No puedo ser el pilar de todos los que me rodean. De los pocos que lo hacen. Yo también soy inestable. Yo también necesito que me escuchen, que me hagan reír, olvidar. Que me valoren, no más quebraderos de cabeza y sentirme realizada. Que me quieran. No necesito más personas de las que cuento con los dedos de una mano. Valorar más y ser feliz con los pequeños detalles que la vida me brinda. Como su sonrisa. 

A partir de ahora todo va a ser diferente. Se acabó seguir así. 

Última carta suicida.

jueves, 15 de mayo de 2014

8-

¿Qué es lo que nos detiene a no querer por terminar desapareciendo y no volver? A veces, creo que es por su culpa.
Si he de desaparecer, que sea con ella. En una isla desierta, sin pensar en nada más. Sin importarme nada más que su felicidad.

Despertar y estar a su lado. Acariciar su cuerpo, descubrir su surco más escondido y besarla. Besarla como si fuera la respuesta a todas mis preguntas. Como si me fuera la vida en ello. 
Aún no me explico cómo en tan poco tiempo ha cambiado tanto, ha ahuyentado tantos miedo y me ha hecho ver todo desde otro punto de vista. De cómo con una simple caricia me hace sentir tanto. De cómo con simples tonterías y pequeños detalles, puedes pasar tardes, días y semanas enteras sin necesitar nada más. Sólo a ella y su risa. Simplificar y sintetizar.
Es curioso y morboso a la vez, que nos demos cuenta de que cuando pecamos, es cuando realmente tocamos el cielo.
A veces creo estar con la cabeza bajo el agua, pero me hace respirar. Me inmoviliza y a la vez me da la vida. Me quita el aliento. Está loca, y estoy loco. Un loco encantado por sus curvas, sus bordes y sus imperfecciones perfectas. 
Verla tumbada en la cama, ya deshecha, dormida y escribir. Su pelo revuelto, su manía al dormir, los surcos y la figura de cada rincón de su cuerpo, y su ropa en el suelo de mi habitación. Su calor, la forma que tiene de besarme y de erizarme hasta con el más mínimo roce de sus manos. Debe de tener un don para eso. Cómo llega con su entusiasmo, su vitalidad, sus locuras, sus gestos, y pone mi mundo patas arriba. Mi habitación, mi vida. 
No verla una sola tarde me hace darme cuenta de que me falta algo. Sus abrazos, sus besos, su pelo, su olor. No sé.
Como si mi equilibrio estuviera en su desorden. 

lunes, 12 de mayo de 2014

7-

¿Qué pasara si lo mandara todo a la mierda? ¿Si no me preocupara por nada más? ¿Si sólo me centrara en mi? ¿Si no diera ya más mi brazo a torcer? ¿Si me diera igualo lo que piensen los demás y lo que puedan opinar?

¿Qué pasaría si volviera a empezar? ¿Bien? ¿Mal? ¿Y si dejara de pensar qué es lo correcto? ¿Y si pensara más en mi? ¿Y si empiezo a coger las riendas de mi vida?

¿Qué pasaría si nada me afectase? ¿Sería fría? ¿Seguiría siendo yo? ¿Sería feliz? ¿Conseguiría todas mis metas? ¿Conseguiré todo lo que me propongo? ¿Llegaré lejos?

¿Qué pasaría si alguien me entendiese? ¿Sabría de lo que hablo? ¿Me ayudaría? ¿Se olvidarían de mi? ¿Y si alguien consigue hacerme reír? ¿Y si me hace darme cuenta de lo maravillosa que soy y lo bonita que es la vida? ¿Y si me hiciera olvidar todo?

¿Qué pasaría si mi vida cambiase? Yo. Todo esto.
¿Valdría la pena?
Aún no lo sé. De momento, no tengo razones por las que seguir aquí, y así.

jueves, 8 de mayo de 2014

6-

A veces me pregunto cómo sería de diferente mi vida si todo fuera de otra forma. Otras opciones, lecciones, otro camino.
Cómo sería vivir sin preocupaciones, sin obligaciones.
Ser libre como un pájaro, sentirte como tal. Hacer todo por ti, no por los demás. Tener como meta ser feliz y nada más. No más noches de ralladas, no más noches llorando hasta las tantas. No dar más tu brazo a torcer si nadie está dispuesto a ayudarte.

A veces me siento como si viviera en una isla, yo fuera un castillo y en su periferia, nada más que una gran muralla.
Nunca suelo dejar a nadie entrar, lo dejan todo fatal. Sólo muy pocas veces me doy cuenta de alguna que otra pequeña grieta, para intentarlo. Pero en alerta estoy, y lo reparo. 
Ya nadie entra, ya nadie deja entrar la luz, la paz. Ya todo está oscuro. Ya no hay salida, ni alternativa. 
Quizás me esté cansando de esperar, y salga ahí fuera.
Pero mientras, aquí me hallo. 

5-

Me paso la mayoría del día echando de menos muchas cosas.
Justo cuando más echaba de menos tus tonterías, volviste.
Y me rompiste. Otra vez.
Ya no sé qué he de hacer. ¿Tan difícil es dejarse llevar? ¿No pensar en nada más?
Quiero verte, como aliciente. Aunque no sea lo más correcto. Lo sé.
¿Pero qué más puedo hacer?
Al menos vivo de eso, aunque muera por dentro.

4-

Tampoco voy a engañarme, ni a engañarte.
Hay un empate, ya no estoy de tu parte.
Déjame contarme.

Me he visto caer, tocar fondo,
desde pequeña nada fue redondo.
Nunca quise ayuda,
siempre fui muy testaruda.

Nadie me enseñó a no equivocarme,
de las lecciones que la vida un día iba a darme.
Que el corazón se te parte,
y más, sin un hombro en el que apoyarte.

"Busca un motivo por el que seguir adelante,
así sólo conseguirás frustrarte".
No hay cosa más rallante,
que encontrar la solución y no llegar a su alcance.

No tengo ni muso, ni musa.
Por no tener, no tengo ni alas.
Debieron de cortármelas.

Se me agotan las opciones,
de buscarme y no encontrarte.
Si ya todo me da igual,
ya perdí mi norte y mi soporte.

Una hermana que me da la vida,
aunque ya tiene la suya.
Un tío que ni te ayuda,
y de los demás, sólo son reproches.

Tan sólo me aísla escribir,
soñar lo que es vivir.
Las risas en un día gris,
contigo o sin ti.
Ya nada me asusta,
si tengo en mi otra mano tu puta chusta.

Poder no pensar quiero,
si vivo por existir
¿qué más quiero?
Busco un presente claro y no oscuro.
Lejos de ese barullo suyo. 

No me queda otra,
que la de morir en vida.
Aunque yo misma me diga;
"VIVE  Y LUCHA,
POR LAS PERSONAS QUE DESDE ARRIBA,
SÍ QUE TE ESCUCHAN".

miércoles, 30 de abril de 2014

3-

No puedo soportar el hecho de estar agobiándote, de olvidarme de ti. Sé que podría llegar a ser todo lo que necesitas, pero no me dejas.
El recuerdo de tu cuerpo creo que me está volviendo loco. 

Tengo que parar esto de algún modo. 

2-

Aún recuerdo la primera vez que te vi, de casualidad. Nadie me dijo que a los años acabaríamos así. Tú tan olvidada de todo, y yo tan recordándolo.
Cómo sin darme cuenta, empecé a besarte. Como mi mano subía y se deslizaba suavemente por tu pierna hasta tus perfectos pechos. No me daba cuenta, pero ya estábamos sin ropa. El deseo se apoderaba de mí. El sofá se nos quedaba corto, así que te empotré en la cama como un loco. Como si no quedara nada más, ninguna preocupación o problema. Sólo pensaba en el calor que emanaba tu piel al rozar la mía. Como me erizaba cada vez que me llevabas al orgasmo. Y es que tía, hacía tanto tiempo que no me había sentido tan bien, que también lo había olvidado.

La forma en la que me besabas, creo que podría decir que me dejaba sin aliento, paralizado. Acabé por preguntarme dónde habías estado todo este tiempo.

También me pregunté dónde había quedado toda esa inquietud por conocerme de la primera noche. Hay canciones que no puedo escuchar, me recuerdan a ti. Y me encanta. Aunque a veces acabo odiándolo.

Echo de menos follarte hasta la noche, daba igual el sitio o la forma. Todos y cada uno de tus lunares. De tus piercings. De verte tirada en la cama exhausta al acabar y de mirarte a la cara cuando estás a punto de explotar. De terminarnos los porros hasta la chusta. De mi brazo rodeándote mientras te acurrucas en mi pecho y me acaricias. De despertarme de madrugada y acariciarte. Podías erizarme sólo con el roce de las yemas de tus dedos.
Echo de menos besarte, hacerte el amor, rozarte el alma y llevarte hasta las nubes. Tus labios, el contoneo tu cuerpo y tu risa. La forma en la que desconectaba cuanto estaba contigo, o en la que anonadado me quedaba cuando me hablabas. El verte desnuda y el verte con mi camiseta por casa. 

Creo que mis sábanas aún siguen oliendo a ti. 



1-

Creía precipitarme al abismo y caer. Inmenso, insondable e incomprensible. Lugar en el que si me adentraba, dura e incluso intrincada iba a ser su salida. No sabía qué iba a hacer después de aquello. Y aquí esto. 7 años más tarde. Escribiéndote. 
Creía ahogarme al respirar y faltarme el aire cuando de madrugada me desperté. Una gran punzada en el corazón hizo que me sobresaltara esa noche. Como si una parte de mi se estuviera yendo y algo, o alguien, me estuviera avisando. Nunca antes tuve esta sensación, así que la dejé partir.
Pero un pensamiento constante me sumergió desde entonces. Ella. Percibía algo. Extraño. Como si de 'algo' malo se tratase. Hice caso omiso. No quería tener ese raciocinio. "Nada malo va a pasar, todo saldrá bien"-Me dije. Media vuelta y a intentar conciliar el sueño de nuevo.
El amanecer no puso mucho más de su parte para parecer otro día cualquiera. No más que un color gris procedente de un cielo nublado. Cerrado. Un olor a humedad que, aunque sea algo que me encanta, había algo en él que me inquietaba. Como si todo estuviera triste, apagado. Sin vida. Un día extraño. 
Transcurrió el tiempo, y el día. Hasta que tuve que enfrentarme a mis miedos, a la realidad. 
A la realidad de que ya no estabas. De que ya nada iba a ser como antes. De que todo lo que tenía hasta entonces, se desvanecía. Cómo de entre los dedos se deslizaba como la arena en la mar. Como si alguien le hubiera hecho justicia al tiempo y lo dejara marchar. Y yo, tan joven. Tan niña. Tan precoz. Tan inexperta. Tan inocente. Tan vital. Se fue. Se fue todo.
Una ráfaga de aire fresco noté acariciarme la mejilla y no pude evitar romperme. Fracturarme. Fraccionarme. Renderme. Como ruinas de Roma. 
Creí llorar mares. Dar vida a rincones y lugares más secos del planeta. Hasta que percaté mi última lágrima verter en mis labios. Última vez que me juré no llorar. No así. 
A mirar la vida con otra perspectiva. A disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas que estaba por brindarme. A contar con las personas que me quieren, que me entienden y que darían la vida por mi. A seguir pensando las cosas dos veces. A aprender. A no arrepentirme jamás. A estar en las buenas, y en las malas aún más. A escuchar. A disfrutar. A reír. A vivir.
Nada podía hacer, ya no estaba en mi mano. No me arrepiento de nada. Y aunque suene desconcertante y a la vez desconsolador, me gusta escribir sobre ello. Siempre tengo cosas que tachar, retocar o añadir. Sobre todo después de tanto. Como ahora.
Cada caída me ha hecho rectificar y crecer. Se fue feliz. Querida. Arropada por todos los que la quieren. En el recuerdo perdura y en cada paso está presente.
Lo asumí, pasé página y aprendí de ello. 
Volví a nacer.